Cuando las parejas recuerdan su época de noviazgo algunos dicen “me gusto mi pareja por su carácter fuerte”, ya en la convivencia ese “carácter fuerte” de algunos se convierte en conductas agresivas, por lo tanto la comunicación se daña, los conflictos se mantienen y empieza a instalarse en la pareja el miedo y también el desamor.
La mayor parte de las veces que nos enojamos, discutimos, o pelamos es con las personas que mejor conocemos, entre los blancos más frecuentes del enojo figuran la pareja, los hijos, los compañeros de trabajo y los amigos.
Por consiguiente, si no se controlan las emociones negativas como la ira, las parejas empiezan a vivir diariamente discusiones sin fin, maltratos emocionales y hasta la agresión física, además se dan otros comportamientos como los gritos, romper cosas, insultar, llorar, golpear puertas, etc.
En algunos momentos de la vida se puede llegar a sentir que la angustia, la ansiedad, la frustración, el estrés por los problemas, invaden y hacen perder la cabeza, en esos momentos se dicen cosas de las cuales más tarde nos vamos a arrepentir.
El pensamiento crea gran parte de nuestra ira. Las conversaciones mentales y creencias irracionales y la forma en que percibimos el mundo desencadenan la ira.
Por consiguiente al entrenar a las personas en el aumento de la conciencia, aprenden a identificar los cambios físicos y los cambios de pensamientos ante situaciones que les desencadenan la agresividad, con un entrenamiento adecuado las personas dejan de ser prisioneros del odio, y sueltan rencores acumulados que alimentan su agresividad, y dañan sus relaciones familiares y sociales.
Aprender a controlar nuestra agresividad trae muchos beneficios, pues el organismo sufre con cada ataque de ira, por ejemplo se incrementa la tensión muscular, el ritmo cardiaco y respiratorio, la adrenalina sube y algunos sienten la necesidad de golpear lo que consideran el blanco de su ira. Además, podemos ser candidatos a enfermedades coronarias, y algún tipo de trastorno cardiaco de gravedad.
Toda esta agitación en el cuerpo puede mantener el estado de agresividad, por esto aprenda a calmarse físicamente con técnicas como la relajación muscular progresiva, la respiración diafragmática, y la meditación, esto le ayuda a interrumpir y reducir la ira, frente a eventos que la desencadenan.
Resumiendo: La relajación y respiración diafragmática, la identificación de los pensamientos negativos, el incremento de habilidades sociales para resolver los problemas y mejorar la comunicación, nos ayudan en gran parte con el manejo de la agresividad.
Busque ayuda lo antes posible, si usted es una persona agresiva o si es víctima de una pareja agresiva, controle su ira antes de que ella le controle a usted y su familia.
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